Y tres amigos de Job [...], luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle. [...] Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno pronunció palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
Gracias por estar, por escucharme, por darme ánimos, por hacerme reír, por querer ser brazo de dios para consolarme, por desearme cosas buenas, por pasar el rato conmigo, por la tarde en el Centro, la comida coreana, Kung Fu Panda, el simio con vestido azul, los conejos de chocolate, las León bien frías, los amigos de Job, el bebé que se está horneando, y mil cosas más que vendrán después. Los quiero mucho.
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