LO PEOR DE CADA CASA
El que se use hasta la última de sus partes, no impide que sea vilipendiado. Tal es así que su nombre se convierte en adjetivo para definir alguna de las más deleznables cualidades, y esto ocurre en Italia, Gran Bretaña, España y Alemania. Las personas sucias no pueden ser sino guarras, cochinas o marranas, y su casa no es otra cosa que una pocilga, cochiquera o zahúrda. Cualquier mala faena es una guarrada y quien la hace, un cerdo. Quienes comen sin educación son gochos o puercos.
Una valoración que no impide, por ejemplo, el caso de Butch y Sundance, dos cochinillos ingleses que protagonizaron una espectacular fuga del matadero poco antes de ser sacrificados y que, cuando aparecieron, fueron indultados. O que, Suede, uno de los grupos pop más cotizados, encaramase hace un par de años su We are the pigs a los primeros puestos de las listas británicas. Lejos de tal estatus, Las Porkas, un inédito grupo español femenino, se esfuerza en producir su primer trabajo.
GUARROS DE PAPEL
Los cuentos y cómics son un caldo de cultivo para los gochos. Los Tres cerditos es la más divulgada de todas las historias. Recogida y reinterpretada mil y una vez, su iconografía más conocida pertenece a Walt Disney. De manera recurrente los cerdos alcanzan la categoría de héroes de papel como Pinky y Perky o Miss Peggy, compañera de Kermitt, la rana reportero. Pero el más famoso es Porky. Se trata de una de las superestrellas de la Warner, que debutó en el lejano 1941 junto al conejo Bugs Bunny. Desde entonces, su indescifrable tartamudeo ha acompañado la niñez de varias generaciones. Siguiendo la senda, la publicidad ha tenido en los gorrinos un tema de inspiración. Sobre todo a partir de 1995, cuando se estrenó Babe, el cerdito valiente. Los publicistas usan cada vez más la figura del cerdo para anunciar desde entidades bancarias hasta campañas de turismo.
SÍMBOLO DE VIDA
En Oriente, el cerdo se asocia a los ciclos de la vida y es señal de buenos augurios. La cultura melanesia de Malekula representa a los dioses benignos con largos colmillos blancos, similares al jabalí. Su color blanco y su forma curva es la imagen de la luna creciente, símbolo de la vida tras la muerte. La rueda budista de la existencia representa con el cerdo la ignorancia, y su papel es vincular al hombre con el deseo carnal.
LITERATURA PORCINA
No era un cerdo, pero casi. Adonis, el mito griego de la belleza más perfecta, murió por las tarascadas de un jabalí, representación de la fealdad. Síntesis de la renovación de la vida, los antiguos helenos representaban al héroe con la contundente cabeza de un puerco salvaje. A mucha distancia de tiempo, espacio y cultura, el Valhalla narra la existencia del feroz Saerhrimnir, un jabalí que vuelve a la vida para ser cazado por los héroes nórdicos y cumplir los ciclos de la vida.
Pero no hace falta irse tan atrás para encontrar a marranos inmortales. En Rebelión en la granja de G. Orwell, el cochino Napoleón personifica todo lo que de malo y cruel tiene el hombre. Un inolvidable cerdo blanco protagoniza La muerte de la temporada de trufas, un relato de Patricia Highsmith en el que la ignorancia animal de unos seres humanos es controlada por la voluntad de un intrigante puerco.
Alfredo Merino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario